viernes, 28 de diciembre de 2012

POESÍA VISUAL


Ouka Leele ( Madrid 1957 ) junta el placer de la fotografía con el de la pintura. Las fotos en color no le interesan, y por ello trabaja usualmente en blanco y negro, para luego colorear encima, a mano, y con exquisito gusto y mimo.

No sé quién calificó sus trabajos de“poesía visual”. A mí me encantan.

HUGO CHÁVEZ, DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO

Recuerdo al lector que, en mi blog hermano, escrito está un relato de mis aventuras y desventuras con el mismísimo HUGO CHÁVEZ. Se lee en:
He vivido cinco años en VENEZUELA. El cuento se llama "HUGO CHÁVEZ EL HUERFANITO" y es una especie de fábula moral.
Tomo el titulo de ésta llamada de hoy a su avisada atención
de un viejo libro escrito a mediados del pasado siglo por CARLOS RANGEL.
A disfutar, que son tres días.

jueves, 5 de julio de 2012

Estilo y elegancia en la mujer




Una mujer bella solamente necesita, para estar elegante, tres trapitos cualesquiera:
dos en un sitio, otro en el otro.

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"En cuestiones de gran importancia, es el estilo, no la sinceridad, lo que cuenta"
(Oscar Wilde)

jueves, 24 de mayo de 2012

Rito matutino entre solecismos


(foto del autor)

Durante el rito matutino del aseo y acicalamiento personales, escucho una emisora de radio en FM en mi anciano transistor de pilas. Un analista bancario afirma que estamos a la espera de la “desencadenación” de un proceso de subidas de tipos de interés.

Asustado por el palabro me paso al programa de música clásica de radio Nacional de España y me conforta un motete compuesto para Luis XIV. Luego viene Albinoni. El locutor dice que esta pieza “reespuma” poesía, que es “suntuosa” y que su interpretación está llena de “virtusualidad”, o algo así. Se me acelera el pulso y me termino de despertar.

Supongo que “reespumar” quiere decir rezumar. “Suntuoso” es un adjetivo que significa magnífico, grande o costoso. “Virtusualidad” me imagino que se emplea, mal, en lugar de virtuosismo. El otro día escuché, pienso que en la misma emisora, que un fulano había elaborado una sinfonía al término de su “vida compositiva”. Otro locutor dice que tenemos a un colega que está ”locutando” para la CBS. Colega será de él, que mío no lo es.

Son ejemplos de solecismos, unos pocos de entre los innumerables que se perpetran a diario en los medios de comunicación, que se cometen o bien por incultura o bien por un mal entendido afán de hablar o escribir culta o rebuscadamente. O por ambas cosas a la vez.

Pues eso, que lean a Juan Ramón Jiménez. O al italiano contemporáneo Erri de Luca, quien escribe siempre con frases breves y sabias. De Luca es un napolitano que ha sido obrero, camionero en África y periodista, siempre militando en la izquierda italiana ¡Benditos sean!

domingo, 13 de mayo de 2012

Tiempo de mar



(foto tomada por mí en Aquitania)

A veces, cuando me creo inobservado,
uso este lugar como un templo...
Herman Hesse, El lobo estepario

Nadie lo supo nunca,
Sólo el mar...
Ernestina de Champourcin


(foto de mí, que no mía)

sábado, 28 de abril de 2012

¡Quiquiriquí!

(ilustración Diego Lara)

Las prisas y las redes sociales

Los usuarios de las redes tendemos a la lectura apresurada, literal y reduccionista de los pequeños fragmentos de textos que en ellas escribimos y comentamos.

Me refiero fundamentalmente a Twitter y Facebook. Los blogs, esos cuadernos de bitácora digitales, admiten lecturas y escrituras algo más pausadas y, por tanto, más reflexivas.
Supongo que lo escueto de los escritos y la inmediatez con que se comentan y replican conducen invariablemente a la ineluctable levedad de la prosa de las redes. Siempre andamos de prisa y corriendo.

La prisa es enemiga de la escritura, prosa o verso. También lo es del ingenio y de la ironía fina. Un pedacito de texto agudo y zumbón está destinado a ser recibido con onomatopeyas, abreviaturas y signos ortográficos indescifrables para mí en la mayoría de los casos.

Y conste que soy enemigo acérrimo del academicismo y gravedad de los fuegos de artificio literarios. Procuro escribir corto y por derecho, pero nunca a uña de caballo.

¿Por qué estamos todos, entonces, en las redes sociales? Pues porque nos sentimos solos y necesitados de afecto. Y ello ocurre o puede ocurrir con sesenta años o con veinte primaveras.

Dicho y hecho de un tirón ¡Quiquiriquí! ¡Más canta el gallo que la perdiz!

miércoles, 18 de abril de 2012

¡Mira qué bonito!


(El autor-niño en el parque de El Buen Retiro)

Mi madre miró la foto y me dijo:
"Mira qué bonito está mi niño, dorado y riéndose"
(JRJ)

El sol de primavera nos hacía reir. La mirábamos y nos miraba. Los hermanos a ella y ella a nosotros. 

lunes, 9 de abril de 2012

Sin pijama y sin recuerdos



( El autor sin recuerdos)



Desperté sin pijama y sin recuerdos.

Mi cuerpo estaba cubierto tan sólo por una bata de hospital, de esas que te dejan con el culo al aire. Mi memoria, vacía. Boca arriba, yerto de cuerpo y yermo de espíritu, respiré con la tripa. Tenía un ladrillo en el estómago y la lengua como lija del número tres.

El médico preguntó:

- ¿Cuál es su último recuerdo?

Contesto:

- No lo sé. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

Dice el médico que en mi historial no consta fecha de ingreso y que, cuando él empezó a trabajar en la clínica, hace un lustro, era fama que yo era el decano de los pacientes.

El galeno insiste:

-¿Qué es lo último que usted recuerda?

Se estaba poniendo pesado. Respondí:

- Una casita muy chiquitita con muchas flores en el jardín.

El hombre de la bata blanca humaniza su rostro y dice:

- En ella vivía usted, supongo. ¿Dónde estaba esa casa?

Contesto:

- Que no doctor, es la letra de una canción.

Este tío está casado con su opinión. Porfía:

- Usted tiene que recordar algo y es su deber ayudar a solucionar su caso.

Preferí no decirle al neurólogo que a mí me importaba un pito solucionar mi caso y decidí darle una pequeña alegría.

- Si, claro. Una mañana de sol y de frío fui con mi primo a la carpintería de Damián para encargar un tablero de madera para jugar al fútbol con los botones.

Bostezo. Pido al hombre de las preguntas que me deje dormir un rato. Cierro los ojos y me autodiagnostico. Claro que tengo recuerdos. Lo que pasa es que son deseos y no sé si se cumplieron o no. Da igual. No pienso averiguarlo.

Me acuerdo de ella. ¡Dios! Tacones, manos, medias. Su falda, sus zapatos, su blusa, su melena, su cuello con sus rizos. Me acuerdo de ella con el corazón, no con la memoria.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Qué haces escribiendo?




A los quince años, hace tantísimo tiempo, escribía yo acerca de mis cosas en el despacho paterno que, no hace falta jurarlo, era de puro estilo "remordimiento español". Entró sin llamar, según su costumbre, la yaya que nos había criado a los nueve hermanos y me preguntó:

- ¿Qué haces escribiendo? ¿No tienes nada que hacer?

La yaya Sagrario era de Ventas con Peña Aguilera, provincia de Toledo, y la guerra había matado a su novio, un miliciano del Frente Popular llamado Emiliano. Ella no tuvo ya ojos para otro hombre alguno. Sagrario era honesta y leal. Entregó su vida a nosotros y entre nosotros murió. De ella aprendí que no siempre los vencedores llevan razón.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Escritor que sueña con mujer soñada


( Marie Christine Barrault-Trintignant-Eric Rohmer- Ma-nuit-chez-Maud)

Acabo de soñar una mujer de ensueño.

Era muy alargada hacia arriba y muy buena y blanca por dentro; ello por no contar lo hermosa y radiante que parecía por fuera. Una verdadera perla de Oriente. Su piel era fragante y alegre como el jazmín andaluz.

Estaba yo soñando con esa mujer de ensueño, cuando me quedé sin tiempo para diseñar sus piernas y sus pechos, mas… ¡cuán albos y firmes iban a ser!

Mientras duraba mi soñarrera con la mujer de ensueño, ella sonreía para mí y callaba para mí. Con sus mañas, ella apartaba a los otros, me traía libros con poesías y dibujos, me guardaba el sueño y, sosegadamente, me hacía estar tranquilo y contento.

Mujer ensoñada: ¡nunca te pondré en el olvido!

jueves, 8 de marzo de 2012

Patio de los naranjos




En el centro del patio de los naranjos había un pozo para abastecer de agua, no potable, a la casa. El agua se bombeaba mediante un viejo motor diesel a unos enormes depósitos de uralita encaramados en la torre principal. La otra torre, blanca de cal y azul de añil, con vigas de madera vista, servía para secar pimientos y tomates y colgar melones de invierno, tan ricos de comer en Navidad.

La operación del bombeo del agua era un espectáculo. Frasquito bajaba hasta el nivel del motor por unos asideros de hierro clavados en la pared. Sin luz. Según cumplía años, aumentaba la emoción. Poner en marcha el motor tenía su mérito y el premio era un pestazo a gas‑oil que aún me persigue. Eso si no pasaba algo en la bomba sumergida bajo el nivel freático. Descender de la plataforma donde estaba el motor hasta el nivel del agua era para nota. Quede claro que Frasquito murió de viejo en su retiro en el pueblo de Maracena.

Al cabo de dos o tres horas, los aliviaderos de los depósitos, ya colmados, empezaban a soltar agua. Entonces era urgente buscar a Frasquito para que bajase al pozo a parar el motor y evitar el desperdicio de agua. Pero Frasquito podía estar labrando en la hoya de los chumbos, en la otra punta de la casería, que medía más de doscientos marjales, y ya se sabe que un marjal son cien estadales granadinos. Si estaba en la finca su sobrino Antoñito, a él tocaba buscar al guardés‑capataz, al grito horrísono de “Tito, que se derrama el aguaaa...”.

Antoñito pasaba buena parte del verano en casa de sus titos y era hijo único de una sobrina de nuestros guardeses, que vivía en Sevilla. Su madre era guapa y con buena facha y tenía un vestido blanco con lunares azules. Al padre nunca le vi. El gordo, pelirrojo y pecoso de Antoñito era compañero de nuestros juegos y le hacíamos de rabiar, creo que sin mala intención, aunque sí con cierto “espíritu de clase”. Comía sangre frita, sartenadas de papas fritas y sopas de ajo.

La leña era escasa y los labriegos utilizaban como tal los troncos secos de las plantas del tabaco. Antoñito merendaba lo que él llamaba “un pocillo”, es decir, media hogaza de pan, en la que hacía un “bujero” para inundarlo de aceite espeso y de azúcar. Tapado el pozo con su miga, iba comiendo aquel artefacto al tiempo que el aceite chorreaba por cara y blusa. Una vez me confesó que tenía lombrices, según él de tanto comer azúcar. Su tita le peinaba con fijador, pues el niño estaba lleno de rizos. El fijador era peguntoso y casero, supongo que a base de zaragatona.

jueves, 16 de febrero de 2012

Amar sin el verbo


(foto del autor)


Amar sin el verbo 

¡Amar sin el verbo, sin la palabra! 

¡Amor de dulces y silenciosas heridas! 

Piel contra piel entre seres mudos. 

Miradas, suspiros, candores, deseos, 

Ternuras en enjambre, azares sin convocatoria, sin orden del día 

Ni agendas incompatibles para mañana; 

Sin memoria de ayer, sin balance de hoy. 

¡Sexo sin actas ni cuenta de resultados!



Hoy nace un librito que contiene poesías escogidas de entre las escritas por mí en los últimos tiempos. "Amar sin el verbo" está incluida en mi libro "Terca luz" de reciente aparición.
 http://manuelmariatorresrojas.blogspot.com/2012/02/coleccion-de-poemas-de-manuel-maria.html



viernes, 10 de febrero de 2012

El ratón que se comía mi jabón


Érase que se era un ratón de campo que se comía mi jabón.

Hace mucho tiempo era costumbre, en años de magra cosecha, aprovechar el aceite de oliva inservible para elaborar jabón.

Removíase la mezcla en grandes barreños de cerámica vidriada.
Añadíase aceite de laurel y otro ingrediente que no recuerdo ahora, quizás glicerina. Batíase con palos largos de madera de avellano y la fuerza de los labriegos brazos. Y, ¡oh milagro!, ya estaba saponificado el aceite.

El mejunje se trasvasaba a cajones de madera,
que eran apilados y puestos a desecar en las naves
donde se entrojaba el grano. Cuando endurecía del todo era cortado con serruchos, primero en barras alargadas y luego en tacos.
Era un jabón muy bueno y sano.

Una mañanita de verano, al asearme en mi tocador
con aguamanos de jofaina y palangana de porcelana,
advertí en mi mendrugo de jabón huellitas de uñas y
roeduras de dientecillos. Y así día a día y noche a noche de un estío calefaciente.

Tracé un plan, que ejecuté en la alta noche de la luna llena de agosto
mientras velaba quieto y a oscuras. Sonar las dos en el reloj del salón
y oír que el ratoncillo roía en mi jabonera fue todo uno.
Era rabilargo y morripelúo. Preciosísimo. Le dejé hacer sin moverme.
También los ratoncillos son hijos de los dioses.
Tardé en dormirme y lo hice pensando en que apenas sí faltaba un rato
para la llegada del agua por la gran acequia, pues aquella amanecida era nuestro turno de riego.
El capataz me despertó a las seis y media con la contraseña convenida.
Tres pedrejones contra mi balcón.


A la noche siguiente corté a navaja el jabón de aceite en dos cachos parejos. Uno para el ratoncillo y otro para mí, que guardé en la mesilla de noche,
con el orinal, la linterna, un ovillo de hilo de bramante,
el libro de las aventuras de Guillermo Brown de la editorial Molino y...
una foto de Silvana Mangano en “Arroz amargo”, recortada de la revista Fotogramas. El animalico mordedor entendió mi propuesta. Él no debía comerse mi pedazo ni yo lavotearme con su trozo. Ambos cumplimos como caballeros. 




Llegado que fue el tiempo de volver al colegio, bien pasado el veranillo del membrillo, el ratón estaba tan cachigordete que se le juntaban las mantecas. Yo estaba flaco como siempre, tostado y vivo. Triste por la vuelta a la capital, más contento con mi secretillo.

sábado, 4 de febrero de 2012

Guerra civil en Teruel


Robert Capa. Teruel ( España ) diciembre 1937.
Un hombre lleva en sus brazos a un muchacho herido.
¡Puta guerra civil! ¡Putas guerras todas!

(Sábado 9 de octubre de 2010)

Incluí este pequeño recuerdo de la brutal guerra española en uno de mis blogs,
movido por la noticia del hallazgo de materiales fotográficos inéditos, obra del maestro Capa.

Año y medio después, un amable lector me escribe así:
“Esta foto está hecha en el pueblo en que vivo yo, La Puebla de Valverde, en Teruel; la puerta y la casa del fondo están idénticas después de 75 años, si pudiera poner una foto actual la pondría…”

Cesáreo Edo: mercheycesar@yahoo.es


Agradezco a Cesáreo su testimonio gráfico, tres cuartos de siglo después de tomada la foto original. Las guerras deberían ser fenómenos accidentales y pasajeros; la escritura y la fotografía son permanentes y naturales. Así lo quiero creer.


jueves, 26 de enero de 2012

Mujer Ideal, Universal y Desconocida



(Ilustración de Claudio Acciari)


Tengo un problema. Se trata de que, desde que dejé la Universidad, sólo he prestado atención a la mitad del género humano. Concretamente, a la mitad compuesta por mujeres.

Ese afán reduccionista que me posee tuvo su origen, allá en la noche de mis tiempos de adolescente, en un deseo físico hacia las chicas, deseo material al que se fue agregando uno metafísico, cercano a la veneración por la esencia de lo femenino. Un impulso por asir lo inasible: el alma de “La Mujer Ideal, Universal y Desconocida”.

Con el rodar de los años, visto lo visto y padecido lo padecido, mi incondicional idilio con la mujer está volviendo a su origen material, esto es, relativo o perteneciente al reino de los cinco sentidos. Las féminas me gustan a morir pero, simplificando, diré que “hombre blanco no entender ni pizca de cuanto ellas hacen o dicen”.

De la otra mitad de la humanidad, la masculina, no me interesa ni lo físico ni lo químico. Se trata de seres primitivos, torpes y acomplejados. Gente con mala conciencia histórica de pertenencia a la clase masculina.

Quiere decirse que vuelvo a estar joven, a ser joven de ánimo. Estoy solo, solamente hablo con mujeres y algunas de ellas me besan y abrazan. Hacemos el amor y cenamos juntos con un buen vino. Cuando tratamos de hablar, casi nunca resulta placentero. Opinamos lo contrario en cualquier materia que abordemos, igual se trate de costumbres y moral, de literatura, de política o de la vida eterna.

Supongo que nuestras diferencias, a menudo radicales, provienen no sólo de la diferente conformación de nuestros cerebros, el masculino y el femenino, sino también de la históricamente novedosa circunstancia de que ellas están, hoy y a todas horas, muy atareadas, agobiadas, estresadas y sobrepasadas por los acontecimientos cotidianos. Tengan o no dinero, estén o no enamoradas, sean altas o normales, teñidas o todavía no, todas tienen prisa, problemas y varios cadáveres de hombres en sus armarios roperos. Pero todas ellas, casi todas, buscan otro más, otra relación más, otro hombre nuevo, para cambiarle eso sí.

Hace no tanto tiempo una bella mujer, bien dotada para acumular trastos bellos e improbablemente útiles, me dijo con convicción: “hay cosas que me gustan mucho de ti. Otras no, nada”. Contesté: “siempre es así. Contigo me ocurre igual. Otras veces es peor: me gusta todo de una mujer, pero ella no”.

Lo dicho. He vuelto a ser joven, solitario y escritor.

Quedo citado con ellas. Llegan tarde, hacemos el amor y cenamos. Luego, cada uno dormirá en su casa. Un difuso temor a la enfermedad y al dolor en soledad no disuelve mi natural inclinación a recogerme a solas para dormir a solas. Almorzar a solas me gusta. Cenar en solitario, no.

Desde que dejé de ser universitario, no he charlado con hombres de nada importante. Ahora, ni de lo importante ni de lo accesorio.

Las mujeres me procuran sexo cuando y como quieren. Carecen de sentido del humor y no aceptan que el amor es bioquímica, hormonas y conexiones neuronales que se activan a golpe de impulsos eléctricos. Y que tiene fecha de caducidad.

jueves, 19 de enero de 2012

Málaga, sombra del paraíso


(fotos tomadas por mí)

Ciudad del paraíso

                                         
   A mi ciudad de Málaga

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, 
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Vicente Alexaindre, 1944



martes, 3 de enero de 2012

Miro las musarañas


( pasando el rato)


Termino el año embargado de un estado de ánimo perezoso
 y anarquizante.
Me invade un instinto de brevedad. Nada de lo que leo me parece
lo bastante conciso ¡Carne de gallina me ponen los textos estirados y encenagados!
¡No hay manera de entender nada! ¡Luz, más luz!