La medicina tradicional china otorga mucha importancia a la infusión de glicinias tostadas, pues se sabe que cura muchísimos achaques.
Uno, en su modestia, ha descubierto que tal tisana es muy buena para mantenerse en forma y mejorar la circulación de la sangre y bajar la tensión arterial. Mi hallazgo es fruto, como todos, del azar y de la necesidad.
Dado que en Occidente no se despacha glicinia tostada en las herboristerías, cada vez que me da la vena tengo que rastrear por el barrio, en las tapias de los palacetes que han sobrevivido al sida urbanístico, en búsqueda y captura de glicinias para tostar. Problema añadido es que las glicinias florecen una sola vez al año, precisamente en primavera. En resumen, que cada tisana me procura un paseo cardiotónico, si bien últimamente procuro guardar la flor de mis rapiñas en una caja china.Para evitar la competencia desleal de otros chalados buscadores de la flor de la glicinia, me limitaré a dar un dato. Se trata de la iglesia de la embajada británica. En su tapia hay glicinias. Esta es mi pequeña venganza contra Enrique VIII por divorciarse de la pobrecita Catalina de Aragón.