(ilustración Diego Lara)
Las prisas y las redes sociales
Los usuarios de las redes tendemos a la lectura apresurada, literal
y reduccionista de los pequeños fragmentos de textos que en ellas escribimos y
comentamos.
Me refiero fundamentalmente a Twitter y Facebook. Los blogs,
esos cuadernos de bitácora digitales, admiten lecturas y escrituras algo más
pausadas y, por tanto, más reflexivas.
Supongo que lo escueto de los escritos y la inmediatez con
que se comentan y replican conducen invariablemente a la ineluctable levedad de
la prosa de las redes. Siempre andamos de prisa y corriendo.
La prisa es enemiga de la escritura, prosa o verso. También
lo es del ingenio y de la ironía fina. Un pedacito de texto agudo y zumbón está
destinado a ser recibido con onomatopeyas, abreviaturas y signos ortográficos
indescifrables para mí en la mayoría de los casos.
Y conste que soy enemigo acérrimo del academicismo y
gravedad de los fuegos de artificio literarios. Procuro escribir corto y por
derecho, pero nunca a uña de caballo.
¿Por qué estamos todos, entonces, en las redes sociales? Pues porque
nos sentimos solos y necesitados de afecto. Y ello ocurre o puede ocurrir con
sesenta años o con veinte primaveras.
Dicho y hecho de un tirón ¡Quiquiriquí! ¡Más canta el gallo
que la perdiz!