viernes, 3 de diciembre de 2010

La mitad del Universo


( foto Masao Yamamoto )


Tengo un problema. Se trata de que, desde que dejé la Universidad, sólo he prestado atención a la mitad del género humano. Concretamente, a la mitad compuesta por mujeres.

Ese afán reduccionista tuvo su origen, allá en la noche de mis tiempos de adolescencia, en un deseo físico, al que se fue agregando uno metafísico, cercano a la veneración.

Con el rodar de los años, visto lo visto, mi incondicional idilio con la mujer está volviendo a su origen material, esto es, perteneciente al reino de los cinco sentidos. Las féminas me gustan a morir pero, simplificando, diré que “hombre blanco no entender ni papa de cuanto ellas hacer o decir”.

De la otra mitad de la humanidad, la masculina, no me interesa ni lo físico ni lo químico. Se trata de seres primitivos, torpes y acomplejados. Gente con mala conciencia de clase.

Quiere decirse que vuelvo a estar joven, a ser joven. Estoy solo, solamente hablo con mujeres y algunas de ellas me besan y abrazan. Hacemos el amor y cenamos juntos con un buen vino. Cuando tratamos de hablar, casi nunca me resulta grato. Opinamos lo contrario en cualquiera materia que abordemos, igual se trate de costumbres y moral, de literatura, de política o de la vida eterna.

Supongo que nuestras diferencias, a menudo radicales, no sólo de la diferente conformación de nuestros cerebros, masculino y femenino, sino también de la históricamente novedosa circunstancia de que ellas están siempre muy atareadas, agobiadas, estresadas y sobrepasadas por los acontecimientos cotidianos. Tengan o no dinero, estén o no enamoradas, sean altas o normales, teñidas o todavía no, todas tienen prisa, problemas y varios cadáveres de hombres en sus armarios roperos. Pero todas ellas, casi todas, buscan otro más, otra relación más, otro hombre nuevo para cambiarle.

Hace no tanto tiempo una bella mujer, bien dotada para acumular trastos bellos e improbablemente útiles, me dijo con convicción: “hay cosas que me gustan mucho de ti. Otras no, nada”. Contesté: “siempre es así. Nada puedo añadir”.

Lo dicho. He vuelto a ser joven, solitario y escritor.

Quedo citado con ellas. Llegan tarde, hacemos el amor y cenamos. Luego, cada uno dormirá en su casa. Un difuso temor a la enfermedad y al dolor en soledad no disuelve mi natural inclinación a recogerme a solas para dormir a solas. Almorzar a solas me gusta. Cenar en solitario, no.

Desde que dejé de ser universitario, no he charlado con hombres de nada importante. Ahora, ni de lo importante ni de lo accesorio.

Las mujeres me procuran sexo cuando y como quieren. Carecen de sentido del humor y no aceptan que el amor es bioquímica, hormonas y conexiones neuronales que se activan a golpe de impulsos eléctricos. Y que tiene fecha de caducidad.



 ( Monasterio jerónimo en Burgos foto El País )

10 comentarios:

  1. A veces es tanta la convicción con que se habla, que no hace falta tener razón, ni mucho menos que alguno nos la de, porque ya la tenemos. Tal vez se relaciona con la autosuficiencia, yo qué sé!, se me ocurre... Tal vez tampoco haga falta satisfacerse con alguien, sino que uno mismo puede hacerlo. Cada quien o cada cual con su tema a interpretar.

    Un saludo,

    Andri

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  2. Es que el amor está sumamente sobrevalorado amigo y la mayoría de las mujeres quieren un hombre como tu para convertirlo en el que ellas tienen en mente, aunque cuidado, cuando lo consiguen ya nos les gusta ni a ellas ni a los que han sido transformados.
    Besitos

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  3. Con tus cinco sentidos puestos en el amor eres Adán en el paraíso con la mitad de mujeres Eva del universo para ti sin tener que compartir todo el tiempo tu espacio con ellas, ni ellas contigo, sabia elección la tuya...y lo mejor de todo es que te divierte vivir así, siendo un solitario conquistador conquistado.
    Tú un eterno joven enamorado de la mujer y de la vida de todas las mujeres, así la química del amor no tiene fecha de caducidad y tu te lo pasas en grande.

    Desde la mitad de tu universo Abrazos de MA.

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  4. Mi querida amiga Andri: Autosuficiencia, autosatisfacción, amor propio= soledad e independencia. Un saludo afectuoso...

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  5. Querida 40añera: supongo que el amor está sobrevalorado porque nos negamos a reconocer que caduca, como el yogourt. Y tú, que eres una excelente amiga, me sobrevaloras, "literariamente" hablando...Un beso de gratitud y...

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  6. ¡Gracias mi querida Mari Ángeles: interpretas muy bien lo que escribo. Y sabes ver el pellizco de guasa granadina con que me gusta aderezar mis guisos literarios. Saco partido a la vida, y pago mi precio por ello. Vivo y dejo vivir, aunque me ha tocado hacerlo en el lado menos soleado de esta mitad del universo.Abrazos.

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  7. Con qué puñetero tipo de mujeres andas tú??????
    Igual tienes suerte y, ahora que vuelves a ser joven, solitario y escritor, en una casualidad se cruza por tu esquina alguna mujer que además de eso, sea un ser humano profesional.
    Besos algo cabreados.

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  8. ¡María, reina, no te cabrees demasiado! Son las cosas de la vida, son las cosas del querer...ya sabes, siempre la misma copla...Besos de descabreo.

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  9. ¡Pero bueno! Menudo discurso. Con todos mis respetos, creo que en el fondo encierra una misogínia que "pa qué"

    Eres un provocador

    ¿Acaso te mereces un abrazo? No se, no se

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  10. Querida Mercedes: Tu juicio, tan ponderado, es el que cuenta. Quien escribe habla por sus escritos. Entre tú y yo, te diré que no me siento misógino: toda mi vida ha girado en torno a devoción por vosotras. Es posible que sí tenga rasgos de misántropo y de misógamo. Provocador, un poquito...No me niegues tus abrazos, que un cariño se le hace hasta a un burro...Yo te mando uno mío "pata negra".

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