domingo, 2 de mayo de 2010

GRANADA, MI ALJIBE III


( capítulo tercero )

Palpé mi cuerpo con la destreza que presta la intimidad de la infancia con costalazos, magulladuras y otros herimientos. Nada grave me ocurría. Sentado de culo y con las patas cruzadas estilo yogui el agua me llegaba a las tetillas. Fría como un nevero de la Sierra Nevada.
 
Una vez que pude ver en la oscuridad como sólo gatos y niños sin dioptrías pueden hacerlo, ¡tate! allí estaban, en aquel acuario para ciegos, las cabecicas de los galápagos, por cima del ras del agua de esa catacumba. Dos ojos, un pico boca y el lomo córneo del caparazón. No me preocupó contar si había muchos o pocos. Eran suficientes y bellos. Nadaban lo justito, sin fatigas . Viven, dicen, muchos años. Por algo será.

Quieto como un marmolillo, los bichos me miraban tal que yo a ellos. ¡Qué bonicos eran! Pasó tiempo, esa clase de tiempo que no se mide con reloj, que no teníamos allí abajo, ni ellos ni yo.
 
Me entró el hambre y me acordé del desayuno que, de puros nervios, no había tomado. Pasarían almuerzos y cenas sin mí. ¡Lástima de la libra de chocolate Matías López que perdí cuando bajé al centro de la tierra! En el bolsillico abotonado del traje de baño encontré dos esquejes de palo dulce a medio chupar. Ni una hebra quedó fuera de mi aparato digestivo.



4 comentarios:

  1. Rapaz inquieto y victorioso en sus arduas empresas...los galápagos deben estar temblando ante el más mínimo movimiento del tierno infante en cuestión...
    Qué frescura de prosa, Manuel, me quito el sombrero ante vos.
    Un beso.
    Marisa ( que no Beatriz Galindo, por Dios, por Dios...)

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  2. Menuda odisea vivistes, dentro del vientre acuoso que relatas , cuando perdistes el chocolate en tu viaje al centro de la tierra , me has llevado a la memoria de mi infancia de niña, que buenas eran las meriendas de pan con chocolate o pan con azúcar y aceite de oliva virgen de la tierra.

    Un abrazo de cariño y amistad bloguera de MA para ti amigo.

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  3. MI INFANCIA ESTÁ DURANDO MÁS QUE MI VIDA...LA MATUTE ME DIJO QUE "DE UNA INFANCIA FELIZ UNO NO SE RECUPERA NUNCA"...
    NO HUBO TEMOR ALLÁ EN LO HÚMEDO...NI ELLOS LO PADECIERON NI A MÍ ME TEMBLARON LA TABAS...

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  4. "POCILLO" SE LLAMABA EN LA VEGA DE GRANADA LO QUE TÚ ME RECUERDAS EN TAN PRECISO COMENTARIO: "pan con azúcar y aceite de oliva virgen de la tierra".
    ¡GRACIAS, MI NIÑA!

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