Probé con un golpe de efecto:
-Si me la quitas de encima, no tienes por qué matarme.El hombre primitivo miró tres segundos al cañón de su Smith & Wesson y cuatro o cinco a mi entrecejo y escupió:
-¿Quieres hacerte rico?
Ahora sí. Me tenía arrinconado contra las cuerdas. Lancé un gancho de izquierda a su mentón:
-¿Y tú? ¿Quieres saber por qué no me caso con una tía forrada de pasta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.