La primera luz de aquél día no fue la del alba,
sino la que proyectaba la pantalla del blackberry en tu cara,
recién abiertos tus ojos malvas...
¡Qué determinación en tu ceño fruncido!
¡Qué fijeza en tu mirada!
Me invadió un golpe de ternura...
Hoy sé a quién deletreabas tu mensaje y
cuánto desengaño y cuánto dolor
te estabas procurando para bien pronto.
Nada. Nada nos han enseñado los años. Nunca.
Nunca y nada aprenderemos. Ambos.
Tú y yo.
No es tan fácil como parece aprender.
ResponderEliminarBesos.
Quien no aprende se va al otro barrio, que es ninguna parte, lleno de moratones. Una pena. Beso.
ResponderEliminar¡Gracias Andri,niña autodidacta! Un beso
ResponderEliminarAsí es, amiga Emejota: aprendemos lo superfluo,ignoramos lo esencial.Abrazo
ResponderEliminarHay cosas que quizás sería mejor no aprender o, para ser exactos, no tener que aprender.
ResponderEliminarBesos
¡Y qué dolor cuando las comprendemos,tarde,mal y nunca! ¿Verdad María? Besos
ResponderEliminarEl ser humano siempre tropieza dos veces o más veces con la misma piedra o otra piedra parecida.
ResponderEliminarLa vida nos da y nos quita a su antojo una cal y otra de arena.
Arrieros somos y en el camino de la vida nos encontramos todos aprendiendo unas veces bien y otras mal, a llorar y a reír.
Besos para ti amigo y feliz fin de semana pleno de luz y de color.
¡Gracias, mi muy querida MA!
ResponderEliminarDescansaré, tranquilo y sosegado, como deseo que lo hagas tú también. Besos fraternos.
Desgraciada o venturosamente solo se aprende (a veces) con el tiempo y sus enseñanzas son tan doloras que, Manuel... para qué?
ResponderEliminarMe gustas cuando escribes porque estás como ausente...
Mi beso y mi cariño.
María,agito con donaire mi pañuelo y te mando un beso agradecido...
ResponderEliminarNi el tiempo puede enseñarnos lo que el alma no quiere ver
ResponderEliminarBesos
Me suscribo completamente a las palabras dejadas de mi bien querida Cuarentañera. Precisas y certeras.
ResponderEliminarCuán inciertas son las luces del alba...
Más besos.