A florecer las rosas madrugaron,
despertando al
albor de la mañana...
Y al apuntar la aurora yo renuncio
a este Madrid, otrora mi ciudad,
hoy prisionera de pompas
y obras vanas
que al cielo desafían...
y marcho a la casa de la lluvia amable,
antes de que el temblor del escarmiento arranque
cual negro toro en negra hora...
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