En la oscura noche bloggeriana, en el epicentro del gran apagón cibernético, mientras se perdían mis cuadernos, vuestros comentarios y buena parte de mis humores y paciencias, hallé consuelo releyendo el único poema suyo que Vicente Aleixandre se sabía de memoria, “Adolescencia”. Aquel que empieza:
Vinieras y te fueras dulcemente,
De otro camino
A otro camino. Verte,
Y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente…
(Ámbito, 1928)
Me invadió la paz que se deriva de asumir lo transitorio y pasajero de cualesquiera circunstancia, por irritante que nos parezca. Muchas horas después, los señorines ingenieros de Palo Alto, en California (¡qué nombres tan españoles) han restablecido las cosas…hasta la próxima.
Aleixandre y una helada botella de champagne Bollinger me trajeroron luz del faro fanal vigilante. Recordé que estamos vivos de milagro, que debemos implorar para que los cielos nos dejen como estamos, que podíamos habernos “matao” y que a caballo regalado no es elegante mirarle el diente.
Entre nosotros: ¿para esto hemos descubierto América? Respuesta: dame pan y díme tonto.
( ambas fotos por mí fueron tomadas, champagne mediante )
Yo estuve al borde de un colapso pero, luego respiré profundo y pensé que, cosas más importantes había perdido y aún, seguía respirando. Cierto que agradecí, luego de madrugada, encontrar todo restablecido y sin perdidas que lamentar. Tengo manía de hacer copias de todo por si acaso, algún día, ocurre una catástrofe cibernética.
ResponderEliminarHola Manuel de nuevo todo vuelve a la normalidad en nuestras casas blogueras, después de la oscura noche blogueriana de viernes 13 jajaja.
ResponderEliminarA se felices y a comer perdices.
Nuestra felicidad depende solo de nosotros mismos.
Besos.
Feliz fin de semana amigo.
Una botella de Bollinger, poesía de Aleixandre y una noche oscura. Con esa puesta en escena nada malo puede pasar.
ResponderEliminarTú con Aleixandre y yo con Krishnamurti, así que me puse el DVD y escuché lo que me decía.
ResponderEliminarCuando daba conferencias al aire libre sentado en una silla de madera hablaba muy despacio sobre el caos de la vida, el apego y el miedo a perder.
¡Bienvenido, Güije escondido! Un servidor no copia nada. No sé hacerlo y, sobre todo...¡el mundo no perdería gran cosa sin las letras mías! Tú me mandas.
ResponderEliminar¡Gracias MA! El Bollinger también ayuda. Y tú, más. Te abrazo.
ResponderEliminarSí, querida Amaltea, sí. No ha aprendido nada con la edad. Salvo a cuidar escenografía, atrezzo, y la mise en scenè...
ResponderEliminarVisto así hasta conviene que vuelva a fallar ¿no crees?.
ResponderEliminarY coincido contigo en que no es elegante mirarle el diente aunque nos fastidie, sobre todo y, en mi caso, por la pérdida de comentarios.
Besos
Voy a decir algo que ya sabes pero que no importa decirte aquí y sálvese quien pueda: "te adoro!".
ResponderEliminarDurante la oscuridad cibernética me perdí entre acordes de pianos como fondo y un bellísimo libro de cartas de Margueritte Yourcenar.
El "cava" (lo mío es más nacional, Juvé&Camps, reserva de la familia)lo guardaré para el próximo tronar de los cielos cibernéticos.
Un beso epistolar.
Amigo Manuel,
ResponderEliminarTu " mise en scène " queda reflejada en tus palabras y , por cierto.....avec beaucoup d'allure
Un abrazo
Maite
hallo Manuel, ich kann nicht lesen? bitte eine Übersetzungsfunktion auf deinen Blog!
ResponderEliminarviele Grüße von Jasmin
"Muchacho que sería yo mirando
ResponderEliminaraguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse."
Faltó esta parte de Aleixandre.Es una estrofa tan bella y elocuente que no puede faltar.
El corte cibernético fue una bendición si te iluminaron Vicente y el Bollinger.Qué más se puede pedir?
Así es ...estamos vivos de milagro.Todo es una permanente fugacidad.
Abrazo.
Quizá por eso precisamente tenga más gracia. Lo de estar vivos, quiero decir. No sé, de jovencita tenía fama de ser muy controladora. Sigo considerándome previsora y no prescindo de organizar y proyectar. Y sin embargo no creo que existan muchas personas que adoren la improvisación cuanto lo hago yo. Me encanta salir del paso como mejor se pueda. Creo que aceptar que no tenemos las riendas forma parte de crecer. Que es crecer en el mejor de los sentidos. Quizá suene a rasgo de demencia, pero la indefensión palmaria e innegable ante lo imprevisible a mí me recuerda que sigo viva. Claro que muchos dicen, desde siempre, que tengo gustos muy raros. Besos.
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