“Los homínidos de Atapuerca de hace 350.000 años oían como los humanos actuales”. Leo tan estimulante afirmación en un periódico de un domingo cualquiera, en su sección de Sociedad. Discrepo. Es seguro que oían mejor. Que yo, desde luego. Un buen salvaje no tendría los tímpanos destrozados por el sonido tecno, el tráfico urbano y la inmoral manía de las emisoras de televisión consistente en doblar el volumen del sonido durante los cortes de las películas, para que nos machaquen a conciencia los anuncios de coches y de compresas para mujer.
En la madrugada imagino este diálogo. La hembra de hace medio millón de años pregunta al macho:
-No estamos hechos el uno para el otro, dijo ella.
-Eso es una frase hecha; literatura romántica. No
nos llevamos bien, y basta, apostilló él. -Pues...¡te voy a soltar otra frase tópica! ¡que te den...dos duros! Y otra:¡a otro perro con ese hueso! Y una más: ¡por ahí te pudras! Y esta otra: ¡que te compre quien te entienda! Dicho todo lo anterior, ella le arreó dos guantazos y le dejó con dos palmos de narices.
A cuantas personas escribimos nos viene estupendamente que nuestros improbables lectores nos hagan llegar los ecos e impresiones que nuestra escritura provoque en ellos. A tal fin, reseño aquí la dirección de mi correo: manuel.t.rojas@gmail.com
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