( foto Anatoly Kalugin )
Cuando voz y acento conmueven no es preciso hablar,
basta la piel con sus silencios.
Cuando acento y voz no estremecen
es imposible hablar con quien quisiste y ya no.
Pregúntale a ella, que aún te ama, si prefiere tu piel o tu palabra.
basta la piel con sus silencios.
Cuando acento y voz no estremecen
es imposible hablar con quien quisiste y ya no.
Pregúntale a ella, que aún te ama, si prefiere tu piel o tu palabra.
Pídete cuentas a ti mismo, cuando amas, qué elijes de ella:
su voz de miel o sus pezones erectos.
Nosotros dos, de un amigo que ya no lo es, rehuimos su eco.
No hallo manera de hablar y amar.
Ni de odiar y hablar.
Ni tan siquiera la forma de hablar desde el limbo del desamor,
cuando el amor ha muerto, en la acción, para la palabra.
Nosotros dos, de un amigo que ya no lo es, rehuimos su eco.
No hallo manera de hablar y amar.
Ni de odiar y hablar.
Ni tan siquiera la forma de hablar desde el limbo del desamor,
cuando el amor ha muerto, en la acción, para la palabra.